Ciencia

Un estudio sobre las lunas de Urano aumenta la posibilidad de hallar vida en ese planeta

Un análisis de datos recogidos en 1986 por la sonda Voyager 2 de la NASA ofrece respuestas a varios enigmas del planeta conocido como el Gigante de Hielo.

Un estudio sobre las lunas de Urano aumenta la posibilidad de hallar vida en ese planeta

Las lunas de Urano -al menos algunas de ellas- podrían contener ciertas forma de vida: los científicos creen que lo más emocionante es que estos satélites podrían contar con océanos subsuperficiales aún en la actualidad.

Aunque se trata de una idea compleja en este momento, enviar una nave espacial a estas lejanas lunas podría revelar pistas sobre su habitabilidad y los mecanismos detrás de la formación y evolución de estos extraños mundos oceánicos.

Una misión espacial dirigida hacia los confines del Sistema Solar, en concreto orientada al Gigante de Hielo y a sus lunas, lograría confirmar la existencia de océanos líquidos internos y composiciones químicas que podrían ser favorables para la vida en los satélites del gigante helado.

El comportamiento de las lunas de Urano viene siendo un motivo de estudio desde hace tiempo. Inicialmente, los científicos concluyeron que las lunas principales eran inertes, ya que sus características no coincidían con las de otros sistemas lunares que producen plasma, como las lunas de Saturno y Júpiter. Sin embargo, al reevaluar la ausencia de plasma durante el sobrevuelo de la Voyager 2, el nuevo análisis sugiere una posibilidad diferente.

La investigación actual plantea que las cinco lunas principales podrían ser geológicamente activas y que, en realidad, habrían estado emitiendo iones en la burbuja magnética de Urano de manera continua. La ausencia de plasma observada se explicaría por el efecto de compresión y expulsión provocado por el viento solar, lo que significa que, sin esta coincidencia cósmica, los datos habrían mostrado una presencia normal de iones.

Esto abre la puerta a futuras investigaciones sobre la geología y la actividad interna de estas lunas, que podrían ser dinámicas y contribuir activamente a la composición de la magnetosfera de Urano.

En 1986 la nave Voyager 2 visitó Urano, ubicado a 3.000 millones de kilómetros de la Tierra aproximadamente. Y un análisis reciente de la información brindada por la sonda de la NASA, efectuada por científicos y especialistas en misiones espaciales, brindó nuevas respuestas sobre los misterios del séptimo planeta del Sistema Solar, el tercero de mayor tamaño, y el cuarto más masivo.