Un avión comercial con 60 pasajeros y cuatro tripulantes colisionó la noche del miércoles con un helicóptero del Ejército mientras se disponía a aterrizar en el aeropuerto nacional Ronald Reagan, cerca de Washington. Una amplia operación de búsqueda y rescate en el cercano río Potomac continúa horas después del incidente.
Hay numerosos muertos, según una fuente familiarizada con el asunto al menos 19 cuerpos han sido recuperados del río, pero los equipos de rescate están buscando supervivientes y el número preciso de víctimas del vuelo de American Airlines no está claro. Tres soldados estaban a bordo del helicóptero, dijo un oficial del Ejército.
No se conoció información inmediata sobre la causa de la colisión, pero todos los despegues y aterrizajes desde el aeropuerto se detuvieron mientras helicópteros de las fuerzas del orden de toda la región sobrevolaban el lugar.
Unos 300 rescatistas acudieron a la zona del accidente. Se lanzaron botes hinchables de rescate al río Potomac desde un punto a lo largo de la George Washington Parkway, justo al norte del aeropuerto, y los equipos de emergencia instalaron torres de iluminación desde la orilla para iluminar el área cercana al lugar de la colisión. Al menos media docena de botes estaban explorando el agua con reflectores.
“Es una operación sumamente compleja”, dijo el jefe de Bomberos de Washington, John Donnelly. “Las condiciones allí son extremadamente duras para los rescatistas”, añadió. El presidente Donald Trump dijo que había sido “plenamente informado sobre este terrible accidente” y, refiriéndose a los pasajeros, agregó: “Que Dios bendiga sus almas”. Posteriormente, en una publicación en redes sociales describió el accidente como “una mala situación que parece que podría haber sido prevenida”.
La Administración Federal de Aviación dijo que el accidente aéreo ocurrió alrededor de las 21:00 (hora local) del miércoles cuando un avión regional que había despegado de Wichita (Kansas) chocó con un helicóptero militar en un vuelo de entrenamiento mientras se aproximaba a la pista del aeropuerto. Ocurrió en uno de los espacios aéreos más estrictamente controlados y vigilados del mundo, a poco menos de 5 kilómetros al sur de la Casa Blanca y el Capitolio.