La dictadura es la forma que adquiere el poder político cuando es sumo y autoritario. Una sola voz que imparte órdenes que deben ser acatadas sumisamente con peligro de muerte, pero que la literatura ha asumido, una y otra vez, el riesgo de desafiar esa voz única construyendo las voces del contrapoder.
¿Cómo relatar a través de la ficción los horrores de las dictaduras? ¿Cómo escapar a la censura, o a lo que es peor, la autocensura? Cuando se vuelve imposible decir, la literatura abre otras posibilidades, donde la memoria y la identidad, encuentran una vía de escape.
Una forma de desafiar las órdenes autoritarias de la dictadura es la de darle voz a quienes no la tienen, atacar el silencio alzando la voz, reponiendo los ecos de ese silencio, o construyendo ficciones traficando información en cuentos y novelas que desarmen el terror desde adentro.