En el cine vernáculo de vanguardia, la canción Sin disfraz musicaliza una escena para recordar en el inicio de El jockey, la película de Luis Ortega, el director de El Ángel, que representará a la Argentina en el camino al Oscar. En la actuación de esta coreo, Remo Manfredini (Nahuel Pérez Biscayart) y Abril (Úrsula Corberó) bailan desprejuiciados y apasionados mientras Moura canta: “A veces voy donde reina el mal/ es mi lugar llego sin disfraz/ Por un minuto abandono el frac/ y me descubro en lo espiritual/ para amar/ Como si fuera mentiroso y nudista/ En taxi voy, Hotel Savoy y bailamos/ Y ya no se si es hoy, ayer o mañana”.
La letra bien podría describir el disparador de la película de Luis Ortega y, de hecho, la escena del baile se utilizó como primer adelanto de El jockey. Como también lo podría ser todo el concepto detrás de Locura, aquel disco magistral de Virus que el mismo Federico Moura, en una entrevista en 1986, sintetizaba así: “Considero que Locura tiene una oculta posibilidad de comprensión popular. Es, además, el mejor disco que hicimos. Creo que es coherente porque tiene una temática: habla del deseo físico, del amor cliché cinematográfico, de los pecados, de las ataduras y dependencias psicológicas en una pareja. El tema es el amor, pero no habla específicamente de eso”. De eso también va El jockey.
La peli de Ortega, ha tenido una aceptación enorme en las salas de cine. Con una actuación descollante de Nahuel Pérez Biscayart acompañado por la española Úrsula Corberó, el mexicano Daniel Giménez Cacho y un reparto que incluye a Daniel Fanego, Osmar Nuñez y Roberto Carnaghi, este trabajo cuenta la historia de una transformación radical en el seno de un clan familiar relacionado con el turf y despliega una visión surreal de la ciudad y el mundo actuales.
Para el tecladista, compositor, cantante y productor Marcelo Moura, miembro fundador de la banda de rock argentino Virus, un proyecto estético que sigue en pie desde 1978, fue un gusto conocer la idea de Ortega. “Luis me llamó para pedir autorización por Sin disfraz, que por supuesto se la di. Respecto de la escena, me pareció genial. Bueno, él me había llamado antes para decirme que había quedado increíble, que le parecía que era casi como media película esa escena. Pero la verdad, es que a mí me llamó poderosamente la atención, porque es una escena muy lograda”.
-¿Los actores se fundieron en la melodía?
-Los actores son geniales, el baile que hacen los dos, en algún sentido, representando sus características. Porque el de ella es un baile, que si bien es ecléctico, está como coreografiado, tiene como ciertas pautas. El de él es loco, como si tuviera espasmos, absolutamente coherente con el personaje, que es un reventado total. Una escena brillante que calza perfecto con el tema Sin disfraz.
-¿Qué te parece lo que hace Ortega?
Para mí Luis, es uno de los mejores directores de la Argentina. Tiene un gran manejo del absurdo. Luis se destaca por tener escenas musicales y tiene un muy buen tiempo de la música en sus películas. De hecho, me bajé el playlist de Spotify de la película El jockey y lo escucho en el auto.
Otros bailes de película
En Pulp fiction también se danzó. Quentin Tarantino (re)valorizó el twist de Chuck Berry: You never can tell, una de las más famosas tonadas del twist más clásico (casi rozando el rock ‘n’ roll) de la historia de la música, inmortalizada en esta secuencia. Y creó una de las escenas más icónicas del cine moderno: el baile entre Vincent Vega (John Travolta) y Mia Wallace (Uma Thurman) en el concurso del restaurante Rabbit Slim’s de Los Ángeles. En este caso la escena, también se utilizó para promocionar el film.
Estos movimientos, junto con el acompañamiento de la cámara, son una clara referencia de otra danza cinematográfica rodada por Federico Fellini en su film Otto e mezzo, con la que Tarantino realizó un homenaje a uno de sus cineastas más influyentes.
Después de estos primeros pasos en Pulp fiction, los protagonistas empiezan con una métrica libre, proveniente más bien de los alucinógenos y las drogas que llevan dentro del cuerpo que por el conocimiento de la concepción de nuevas formas de expresión. El resultado son movimientos ondulantes de brazos, buceos y ciertas aproximaciones sexuales, acompañados de un paso de baile ya representado por el propio Travolta en la película Grease, siguiendo el sonido de la canción Greased lightning.
Volviendo al tema, Sin disfraz se puede disfrutar como una exploración de la dualidad de la identidad y la liberación de las convenciones sociales. La letra nos habla de un personaje que se mueve entre dos mundos. La referencia a llegar ‘sin disfraz’ y abandonar el ‘frac’ para desnudarse en lo espiritual, sugiere una búsqueda de autenticidad y una necesidad de expresión. El uso de imágenes como ‘mentiroso y nudista’ y la mención de lugares como el ‘hotel Savoy’ evocan una atmósfera de clandestinidad y hedonismo, donde el protagonista se permite ser quien realmente es, aunque sea por momentos fugaces.
La confusión entre ‘hoy, ayer o mañana’ refleja la atemporalidad de su experiencia y la intensidad del momento vivido, que persiste en su memoria a través del ‘olor de esa piel morena y sensual’. La canción, con su ritmo pegajoso y sintetizadores característicos de la época, encapsula la esencia del movimiento new wave en Latinoamérica de los años 80. Virus, con su estilo innovador y letras introspectivas, se convirtió en un ícono de la época, y Sin disfraz es un reflejo de su capacidad para abordar temas profundos de la psique humana y la sociedad, con música que invita a un baile si se quiere reflexivo.