Debate Presidencial 2023

Quién fue y qué hizo Margaret Thatcher, la inesperada protagonista del cruce Massa-Milei

En el debate presidencial a una semana de la segunda vuelta, el candidato libertario Javier Milei reivindicó la figura de la primera ministra británica durante la guerra de Malvinas. La decisión de apelar a una de las figuras más globalmente detestadas por los argentinos fue singular, pero ¿quién fue y por qué su legado histórico sigue siendo materia de controversia en su propio país?


Tras el debate presidencial que enfrentó a Sergio Massa y Javier Milei este domingo, “Margaret Thatcher” fue el nombre más buscado en Google.

Es que el evento, que llegó a picos de 47 puntos de rating, tuvo un momento clave cuando el peronista  Massa pinchó a su adversario liberal: “¿Margaret Thatcher es tu ídola como dijiste?”, le preguntó a Milei.

El candidato de ultraderecha contestó presuroso, antes de enredarse en extrañas metáforas futbolísticas: “En la historia de la humanidad, hubo grandes líderes. Thatcher tuvo un rol significativo en la caída del Muro de Berlín”.

Massa, afilado, aprovechó para aleccionarlo sobre el rol de la exprimera ministra británica durante la guerra de Malvinas.

Pero más de 40 años después del conflicto en el Atlántico Sur, el legado de Thatcher no sólo es cuestionado en Argentina, si no que es materia de rechazo y controversia en su país y en el mundo.

Thatcher murió en 2013, pero las drásticas políticas que implementó entre 1979 y 1990, una mezcla de ultra liberalismo y austeridad financiera, siguen dividiendo a la sociedad británica.

Sus admiradores liberales le atribuyen el mérito de haber eliminado el socialismo en Gran Bretaña y, por tanto, de haber sustituido el estado de bienestar por una nueva cultura de fuerte individualismo y espíritu empresarial.

Para sus detractores, Thatcher promovió los intereses de los ricos frente a los pobres y revirtió conscientemente décadas de progreso gradual hacia una sociedad más justa y humana.

De comienzos humildes y personalidad rígida, Margaret Thatcher gobernó el Reino Unido durante once años, conviertiéndose en la primera mujer en hacerlo.

Su posición combativa  y su intolerancia del disenso, finalmente la llevaron a perder el poder.

“Una tirana brillante rodeada de mediocridad”, fue como la describió el ex primer ministro Harold Macmillan. “Esa condenada mujer”, fue el veredicto menos benévolo de Edward Heath, otro primer ministro y antecesor de Thatcher como líder del Partido Conservador.

Una figura despreciada en Argentina

Para muchos en Argentina el nombre de la exprimera ministra británica Margaret Thatcher es sinónimo de la guerra de Malvinas.

En abril de 1982, la “Dama de Hierro” decidió enviar un contingente para recuperar el archipiélago, que su país usurpa desde el siglo XIX.

En el cruento enfrentamiento militar que se desarrolló durante un mes y medio y que culminó en la derrota argentina, cayeron 650 soldados argentinos.

Pero en el centro de las recriminaciones a la líder liberal está su decisión de hundir el crucero General Belgrano.

Se trató del momento más oscuro del conflicto: el 2 de mayo la entonces primera ministra dio la orden de que el submarino HMS Conqueror atacara al buque de guerra de la Armada argentina, a pesar de que en ese momento navegaba fuera del área de exclusión fijada por Londres. De acuerdo al derecho internacional, el hundimiento del Belgrano configuró un crimen de guerra.

Unos 323 tripulantes argentinos fallecieron en el ataque más mortífero de la guerra.

Por eso, la reivindicación de Milei le valió el rechazo de los excombatientes de Malvinas, que también objetaron que el economista, en detrimento de la histórica posición de la  política exterior argentina, sostenga que los habitantes de las islas deberían “tener autodeterminación”.

Thatcher, una neoliberal al poder

Durante los once años de Thatcher al poder en el Reino Unido, regiones enteras quedaron “rezagadas” cuando sus industrias fueron golpeadas, la brecha entre los más ricos y los más pobres se disparó y el apoyo gubernamental a los más desfavorecidos fue diezmado. En pocas palabras, Thatcher creó una economía más débil y más desigual.

Más aún, los salarios cayeron, el crecimiento se redujo, la vivienda se volvió menos accesible y el gasto se administró mal. Las generaciones futuras tuvieron que lidiar con las consecuencias.

Sus políticas también ayudaron a eliminar el 15 por ciento de la base industrial del Reino Unido en sólo unos pocos años.

Empleos previamente estables en la minería, la manufactura, el acero y más desaparecieron, y con eso vino la muerte de las comunidades que dependían de esos empleos. En los dos primeros años de Thatcher en el poder, Escocia perdió un asombroso 20 por ciento de su fuerza laboral.

La desindustrialización afectó desproporcionadamente al Norte, las Midlands, Escocia,  Gales e Irlanda del Norte, lugares en los que la primera ministra no invirtió ni apoyó el desarrollo de nuevas industrias.

Tras ganar las elecciones el 3 de mayo de 1979, lanzó una serie de reformas sociales y económicas diseñadas para terminar con lo que consideraba una espiral del declive industrial, alza impositiva y control excesivo por parte del Estado.

Con el pretexto de combatir los incrementos salariales, que de acuerdo al dogma liberal “generan inflación”, decidió recortar el poder de los sindicatos.

Luego de algunos cambios a la ley y una dura huelga de un año, que terminó en una derrota para los mineros inglesess en 1985, se acabó la posibilidad de los sindicatos de influir de manera determinante en la vida política de Gran Bretaña.

El desempleo masivo y la reducción del poder de los sindicatos llevaron a una división entre el norte y el sur en términos económicos y sociales, que sentó las bases de una profunda desconexión entre algunos sectores de la sociedad y el gobierno conservador de Thatcher.

Además, en lugar de financiar apoyo gubernamental o inversiones económicas, Thatcher redujo a la mitad los impuestos sobre la renta de los más ricos del país.

Un legado en cuestión

Si bien la victoria británica en las Islas Malvinas contribuyó a la reelección de Thatcher y a su respeto en los círculos conservadores internacionales, el triunfo se produjo en un país profundamente dividido, y en 1991, el quiebre llegó al seno de su propio gobierno.

La derechista debió dejar Downing Street el 28 de noviembre de 1990, y la sucedería John Major, uno de sus colaboradores más cercanos.

Pero los ecos de la era Thatcher reverberan mucho más allá de sus años como líder británica. En 2013, cuando murió a los 86 años, trabajadores ingleses salieron a las calles a celebrar su deceso. Lo mismo hicieron hinchas de equipos de fútbol en Escocia.

La reivindicación del candidato presidencial argentino cristaliza una admiración que el recuerdo de la exprimera ministra experimenta cada vez menos en tierras británicas.

Dos ejemplos breves y claros: en en su ciudad natal de Grantham, en el este de Inglaterra, su estatua es a menudo blanco de un lanzamiento de huevos. Su tumba, en los jardines de un hospital en Londres, fue rodeada por una reja doble de hierro, después de que, en redes sociales, varios escoceses de a pie expresaran su deseo de orinar en el sepulcro.