La felicidad, según Bernardo Stamateas, no es un estado permanente ni una meta inalcanzable, sino un proceso dinámico que depende en gran medida de nuestras decisiones y actitudes. En sus obras, Stamateas plantea que la felicidad no surge automáticamente de las circunstancias externas, sino de cómo cada individuo elige interpretar y responder a los eventos de la vida. Este enfoque subraya la importancia de asumir un rol activo en la construcción de la propia felicidad, priorizando las acciones que nutren el bienestar emocional y alejándose de aquello que genera toxicidad.
Una vida feliz se apoya en pilares esenciales como el propósito, la gratitud y las relaciones saludables. Tener un propósito claro da sentido a nuestras acciones, proporcionando dirección y motivación en los momentos difíciles. Además, la gratitud emerge como una herramienta poderosa para apreciar lo que se tiene, en lugar de concentrarse únicamente en lo que falta. Este cambio de perspectiva, sostiene Stamateas, nos ayuda a desarrollar una mentalidad positiva, indispensable para alcanzar la plenitud.
Otro componente central de la felicidad es la calidad de las relaciones interpersonales. Stamateas insiste en que rodearse de personas que aporten amor, apoyo y confianza es fundamental para el bienestar emocional. Sin embargo, también enfatiza la importancia de mantener límites saludables, evitando relaciones que drenen energía o generen malestar. En última instancia, Stamateas invita a sus lectores a asumir la responsabilidad de su propia felicidad, recordando que esta no es un destino, sino el resultado de elecciones cotidianas conscientes que construyen una vida con significado y satisfacción.