Neuquén

Misterio en el cuartel: la familia de un soldado denuncia que su muerte no fue suicidio, sino asesinato

Pablo Córdoba, un soldado de sólo 21 años, murió en el mismo cuartel dónde hace 29 años asesinaron al soldado Carrasco. Para el Ejército, se trató de un suicidio, pero su familia asegura que el joven fue asesinado. La autopsia del cadáver aumentó las sospechas en torno del hecho.

Misterio en el cuartel: la familia de un soldado denuncia que su muerte no fue suicidio, sino asesinato

La familia de Pablo Jesús Gabriel Córdoba, el soldado voluntario que murió en el Grupo de Artillería 16 de Zapala, se constituyó en querellante para darle impulso a la investigación que, denuncian “nos toma el pelo” y “es una burla”.

Los Córdoba descartan de plano la hipótesis del suicidio, y los resultados de la autopsia conocidos horas atrás alimentan las sospechas. La causa está caratulada actualmente como “muerte dudosa”.

“Estamos convencidos de que Pablo no se quitó la vida como dijeron, pero necesitamos saber la verdad. Pasan los días, las semanas y no podemos seguir con esta duda que nos carcome el alma”, señaló su papá, Juan José Córdoba, es suboficial y trabaja en la Base de Apoyo Logístico, al lado del Grupo de Artillería 16.

Ambas forman la Guarnición Militar Zapala, donde Pablo fue hallado herido de gravedad el jueves 1 de junio, mientras cumplía su servicio de guardia, en un horario impreciso entre las 6 y las 7 de la mañana. Finalmente, el soldado de sólo 21 años murió en el hospital de Zapala a las 8:55.

A las 7:10, el jefe de la Policía Federal de Zapala, comisario Julio César Lucero, le informó al secretario penal del juzgado federal de la ciudad, Matías Álvarez, que un soldado voluntario «intentó quitarse la vida» en el interior del Grupo de Artillería. El jefe es el teniente coronel Isidro Germán Green, y fue él quien avisó a la Policía.

A su padre, los oficiales a cargo le dijeron “su hijo se pegó un tiro con un fusil FAL”.

Sin embargo, la autopsia conducida por el Cuerpo Médico Forense del Poder Judicial de Neuquén revela indicios inquietantes. Para comenzar, los disparos fueron dos.

Uno le ingresó por debajo del mentón, con una trayectoria de abajo hacia arriba, ligeramente hacia la izquierda y hacia atrás, y salió por la frente. El otro le ingresó por la sien derecha y salió por la izquierda, con una trayectoria hacia arriba, izquierda y hacia atrás.

Ambos disparos fueron a quemarropa, de acuerdo al reporte forense.

También se registraron contradicciones entre las declaraciones de testigos.”La primera persona que lo encontró declaró que el arma estaba a un metro del cuerpo, pero otros testigos dicen que estaba encima”, detalló Maximiliano Orpianessi, quien representa a la familia de la víctima.

Según la documentación que obra en la causa, se encontró una sola vaina servida en inmediaciones del cuerpo. Hasta ahora no se sabe si de ese fusil salieron los proyectiles que hirieron en la cabeza a Córdoba. Las balas tienen orificio de entrada y salida, y no habrían sido recuperadas para el cotejo.

Por eso, el letrado anticipó que entre otras medidas, pedirá un trabajo pericial que integre estudios balísticos, la autopsia y las declaraciones testimoniales.

El caso remueve heridas aún abiertas sobre el tratamiento del Ejército a sus soldados de escalafón más bajo. Es que en marzo de 1994, en el Grupo de Artillería de Zapala asesinaron al soldado Omar Carrasco. La maniobra de encubrimiento del crimen fue escandalosa, pero los autores nunca fueron castigados porque la causa prescribió. Su crimen terminó con el servicio militar obligatorio.