
El carnaval es una de las celebraciones más esperadas en el norte argentino. Une la tradición de los pueblos indígenas con las influencias católicas, convirtiéndose en un polo sumamente atractivo para el turismo por su colorido, su música y su gastronomía.
En ese marco, la Quebrada de Humahuaca ofrece uno de los festejos carnavaleros más importantes del país. En cada localidad de la Quebrada el carnaval se celebra a su manera, pero Uquía, un pueblo de 500 habitantes a solo 116 kilómetros de la capital jujeña, se convierte en el epicentro del carnaval, cuando sus calles se ven colmadas por miles de visitantes para unirse la tan famosa fiesta que da inicio al carnaval y es conocida como la Bajada de los Diablos.
Uquía está a 2.858 metros sobre el nivel del mar y tiene uno de los desentierros más grandes de Jujuy con más 300 diablos que bajan del Cerro Blanco, tradición que comenzó en 1942 y qué personas de todas las edades, credos y culturas disfrutan.
El diablo que baja del cerro es llamado el “Pujllay”, un diablillo que tiene origen en las comunidades prehispánicas y representa la alegría y la travesura. Poco tiene que ver con la imagen que se conoce por la religión católica, un diablo casi siempre representado de forma monstruosa y oscura. El Pujllay es colorido, cubierto de espejitos, lentejuelas, brillos y cascabeles. Por supuesto, sus cuernos no pueden faltar a la hora de confeccionar un disfraz. Su carácter es festivo y alegre, aunque quien está detrás de la máscara no revela su identidad.
En Uquía, el desentierro del carnaval comienza desde muy temprano, cuando en la Iglesia San Francisco de Paula, el sacerdote bendice los trajes de las personas que luego bajaran vestidos como el Pujllay. Al mismo tiempo, en el Cerro Blanco, las personas se acercan para ofrendar o como se diría regionalmente “chayar” al mojón –hecho de piedras- con papel picado, cigarrillos, hojas de coca y todo tipo de bebidas, entre ellas la chicha, una bebida fermentada típica norteña que se prepara con maní o maíz. Para la cultura andina, los mojones simbolizan el límite entre la tierra humana y los espacios naturales sagrados.
¿Cómo nace el carnaval norteño?
Esta típica celebración tiene origen en la unión de dos culturas, la europea y la andina. Por el lado de la cultura europea, que se conecta con la influencia de la religión católica en la región, el carnaval da comienzo a la Cuaresma, un periodo que se conoce por evocar en los creyentes la penitencia y la abstinencia.
Asimismo, la descendencia andina se vincula con festejos previos que desembocan en el carnaval: desde la época de la cosecha en el calendario agrario andino, que inicia con el Inti Raymi el 21 de junio, sigue en agosto con la siembra en ceremonia a la madre tierra o localmente llamada Corpachada a la Pachamama. Pero, además, otras fechas relevantes son la llega de la cosecha con el solsticio de verano que se celebra el 21 de diciembre y el inicio de la Anata con su festejo el 2 de febrero, donde se bendice el cultivo.
Al mismo tiempo, en estas festividades los tres jueves anteriores al carnaval también son celebrados: se comienza con el “jueves de ahijados”, luego sigue el “jueves de compadres” y termina con el “jueves de comadres”, siendo la previa al sábado cuando es el gran festejo del desentierro y bajada de los diablos del cerro en Uquía, que dan la bienvenida al festejo que durará hasta el Domingo de Tentación para luego despedirse hasta el próximo carnaval.