África

Inundaciones en Libia: decenas de miles de muertes evitables y un Estado fallido

Barrios enteros desaparecieron en el mar cuando un enorme torrente de agua similar a un tsunami arrasó la ciudad de Derma. El peor desastre natural de la historia de este país en el norte de África se cobró entre 18.000 y 20.000 vidas, según las diferentes listas compiladas por funcionarios. Muchos más estarían desaparecidos. Ahora, las familias buscan los cuerpos de sus seres queridos arrastrados por el agua, mientras el caos interno en el que está sumido el país desde 2011 exacerba y amplifica la tragedia.


Torrentes de agua arrasaron distritos enteros de la ciudad libia Derna el domingo por la noche, después de que dos represas colapsaran debido a las inundaciones.

Miles de personas murieron en el desastre y muchos miles más están desaparecidos, aunque las estimaciones del número de víctimas han variado mucho y un gran número de residentes de Derna han perdido sus hogares y pertenencias.

Perros de una ONG española surcan las ruinas buscando sobrevivientes bajo escombros y montañas de barro. La catástrofe, la más grande en la historia del país del norte de África, arrasó con un cuarto de la ciudad costera.

Pese a su magnitud, la cantidad de víctimas fatales y el daño a la infrastructura se amplificó por un factor determinante: en una Libia destruída desde la guerra civil, el asesinato de Muahammar Gaddafi y la intervención armada de la OTAN en 2011, el estado, el gobierno y sus facultades fueron destruídas mucho antes de que lleguen las lluvias.

En el país, hay un solo tirano supremo: el caos.

La nación rica en petróleo alguna vez tuvo uno de los niveles de vida más altos de África, con atención médica y educación gratuitas.

Desde la caída de Gadafi, Libia ha estado dividida entre dos gobiernos rivales y sumida en un conflicto entre numerosas miliciaa. Ninguna fuera tiene el control total del territorio. En cambio, cada una detenta una fracción del mosaico.

El primer ministro Abdul Hamid Dbeibah encabeza el Gobierno de Unidad Nacional respaldado por la ONU en Trípoli, la capital occidental de Libia.

Dbeibah asumió el cargo en 2021 como parte de un acuerdo negociado por la ONU que supuestamente conduciría a elecciones en unos meses. Sin embargo, aún no se han celebrado debido a las disputas entre los políticos rivales.

Una administración rival, conocida como la Cámara de Representantes, está a cargo del este de Libia, que incluye las zonas más afectadas por las inundaciones.

También controla muchas zonas del sur, que en su mayoría son desiertos deshabitados, aunque ricos en recursos naturales.

Osama Hamad es el primer ministro del este y tiene su sede en la ciudad portuaria de Tobruk, a 1.000 kilómetros de Trípoli.

Sin embargo, muchos sienten que el poder allí realmente lo ostenta el general Khalifa Haftar, quien dirige una poderosa milicia llamada Ejército Nacional Libio y está aliado con Egipto, los Emiratos Árabes Unidos y Rusia.

Tener dos gobiernos enfrentados hace difícil responder a los desastres de manera rápida y coordinada.

Al comienzo de la pandemia de Covid-19, las administraciones de Libia hicieron sus propios planes antes de que interviniera un departamento nacional de salud y adoptara un enfoque más cohesivo.

Y a medida que la tormenta Daniel, que causó las recientes inundaciones, avanzaba hacia Libia, cada gobierno anunció medidas de precaución por separado.

Las complicaciones no terminan ahí: los países que quisieran enviar apoyo a Libia después de las inundaciones han tenido problemas para negociar con las dos administraciones.

Los esfuerzos conjuntos son raros, pero no inauditos. En julio, las administraciones acordaron formar un comité para supervisar el reparto de los ingresos petroleros.

El sector petrolero de Libia es fundamental para la economía, pero se ha visto perturbado por la violencia desde la caída de Gadafi.

Estas tensiones han afectado a la población civil: alrededor de 135.000 libios se han visto obligados a abandonar sus hogares y más de 800.000 necesitan ayuda humanitaria, según datos de la ONU de 2021.

Además, el coste de la vida es elevado, los medicamentos escasean y la infraestructura se está desmoronando. En algunas áreas, se registró el surgimiento y avance de la esclavitud y la trata de personas.

Un funcionario señaló que una de las presas que se rompió el domingo en Derna estaba descuidada, como gran parte de la infraestructura del estado fallido.

“Estamos gestionando la situación, pero no tenemos plena capacidad”, dijo Newshour Hisham Chkiouat, ministro de aviación y miembro del comité de emergencia del gobierno de Tobruk. “La presa que colapsó tiene tiempo que no recibe mantenimiento”, admitió.

Cuando la tormenta Daniel tocó tierra, Derna, una ciudad de decenas de miles de habitantes, no tenía ni un solo hospital oficial. Pequeñas tiendas de campaña y casas civiles se convirtieron en improvisados centros de salud.

La extensión completa de la devastación todavía es una incógnita. Las consecuencias, estiman, se sentirán durante décadas.