Crisis en África

Escala la tensión entre Congo y Ruanda: una ciudad tomada, disturbios y ensayos bélicos

El conflicto en el este de la República Democrática del Congo recrudece con la captura de Goma por parte del M23, respaldado por Ruanda, provocando desplazamientos masivos y una crisis humanitaria. Las tensiones étnicas y la lucha por los recursos minerales continúan alimentando la violencia, mientras el gobierno congoleño demanda soluciones a la comunidad internacional para restaurar la paz y la estabilidad en la región.

Escala la tensión entre Congo y Ruanda: una ciudad tomada, disturbios y ensayos bélicos

En los últimos días, el conflicto de larga data en el este de la República Democrática del Congo escaló significativamente, con los rebeldes del Movimiento 23 de Marzo (M23), respaldados por Ruanda, capturando varias localidades y avanzando más allá de Goma, la ciudad más grande de la región.

La insurgencia del M23 -que lleva tres años en este país centroafricano rico en minerales- se ha intensificado desde inicios de 2025: los combatientes de la agrupación han tomado el control de más territorio que nunca, incluida su entrada a la estratégica Goma.

El sorpresivo avance del M23 también se traduciría en su control sobre las minas de coltán, oro y estaño de la RDC, uno de los objetivos más importantes de la ofensiva de los rebeldes. En consecuencia, el conflicto ha empeorado una de las crisis humanitarias más grandes del mundo.

La importancia del acceso a metales y minerales siempre ha sido un catalizador para los conflictos en la región. Entre 1996 y 2003, la región fue el centro de un extenso conflicto conocido como “la guerra mundial de África”, en el que los grupos armados luchaban por el control del cobre, el cobalto, el litio y el oro.

El saldo de víctimas mortales de aquel cruento capítulo fue de al menos seis millones de personas. El control de los codiciados metales y minerales en el país es y ha sido parte de los objetivos del M23.

En respuesta, el presidente congoleño, Félix Tshisekedi, convocó a una movilización militar masiva para contrarrestar el avance de la guerrilla, cuyo vínculo con Ruanda es evidente, aunque negado por Kigali.

El reclamo de los participantes en las manifestaciones y de sus represalias contra estas sedes diplomáticas es que los gobiernos de esos territorios condenen a Ruanda,

En sus primeras declaraciones públicas desde que los rebeldes M23 avanzaron el lunes hacia Goma, la ciudad más grande del este del Congo, Tshisekedi prometió el miércoles por la noche “una respuesta vigorosa y coordinada” para repeler a los insurgentes, reafirmando su compromiso con una resolución pacífica.

“Alístense masivamente en el ejército porque ustedes son la punta de lanza de nuestro país”, instó a los jóvenes.

Mientras Tshisekediy apunta a recuperar el control en Goma, parcialmente en manos de los rebeldes, también encabeza una demanda a la comunidad internacional para que se unan en su reclamo contra el país vecino.

Pero no es una exigencia pacífica: la violencia también asoló Kinshasa, la capital congoleña, que fue escenario de protestas en rechazo al conflicto que aqueja a la nación, pero que terminaron en una serie de ataques a las embajadas de varias naciones, como Estados Unidos, Bélgica y Francia.

El reclamo de los participantes en las manifestaciones y de sus represalias contra estas sedes diplomáticas es que los gobiernos de esos territorios condenen a Ruanda.

En Goma, mientras tanto, la violencia callejera y la interrupción de los servicios públicos desató una situación humanitaria crítica, incluyendo saqueos generalizados reportados por el Programa Mundial de Alimentos de la ONU.

En medio de la crisis, países vecinos han instado a la RDC a negociar con los rebeldes, ante las amenazas de una escalada regional, especialmente entre Ruanda y Sudáfrica.

El colapso de un alto el fuego en 2024 revive preocupaciones sobre un conflicto prolongado. La retórica del presidente ruandés, Paul Kagame, indica desconfianza hacia el gobierno de la RDC, mientras que el presidente congoleño, Félix Tshisekedi, se resiste a las negociaciones directas con el M23.

A medida que persisten los llamados internacionales a un alto el fuego, los desafíos humanitarios se intensifican con alrededor de 400,000 desplazados, desestabilizando aún más la región.

La sombra del genocidio en Ruanda

Wl origen de conflicto con este grupo rebelde se remonta a las secuelas del genocidio en Ruanda de 1994, en el que las milicas hutus mataron a entre 500.000 y un millón de personas de etnia tutsi, así como a hutus moderados e indígenas twa.

Cuando las fuerzas lideradas por los tutsis contraatacaron, casi dos millones de hutus cruzaron a la vecina RDC, por temor a represalias. A partir de ese momento las tensiones entre tutsis y hutus han formado parte de la vida de los congoleños.

El M23 es un grupo rebelde formado en gran medida por tutsis congoleños que opera principalmente en la provincia de Kivu del Norte.

Tras un conflicto entre 2012 y 2013, la RDC y el grupo firmaron en diciembre un acuerdo de paz. En dichos combates, el ejército congoleño contó con apoyo de tropas de Naciones Unidas. E

El grupo lanzó una nueva ofensiva en octubre de 2022, lo que provocó una crisis diplomática entre la RDC y Ruanda por su papel en el conflicto. Kigali ha acusado a Kinshasa de apoyar a las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR), un grupo armado rebelde fundado e integrado principalmente por hutus responsables del genocidio de 1994 en Ruanda.

Desde entonces el conflicto había permanecido inactivo, por una década, hasta su más reciente episodio que inició en 2022, cuando el grupo lanzó su rebelión actual y que ha escalado en los últimos días. Entre sus relcamos. el M23 acusa al Gobierno congoleño de no cumplir con el acuerdo de paz y de no integrar plenamente a los tutsis congoleños al Ejército del país y a su Administración.