Decathlon busca convertirse en la primera marca internacional de peso que llega a la Argentina en la era Milei.
La cadena francesa de artículos deportivos está definiendo en las próximas semanas su desembarco en Buenos Aires y ya se encuentra en negociaciones con los principales shoppings porteños para instalar su flag ship (tienda insignia).
Para la marca francesa se trataría de un regreso al mercado local, después de una fugaz incursión en el país hace veinte años.
Y la vuelta sería de la mano de una sociedad llamada Grupo One, que integran el empresario argentino Manuel Antelo y el matrimonio de Sabine Mulliez y Pedro Aguirre Saravia.
Mulliez es una de las herederas del imperio Mulliez, una de las familias más acaudaladas de Francia, dueña de Decathlon y otras cadenas de retail como Leroy Marlin y los supermercados Auchan.
Está casada con Aguirre Saravia, un argentino que durante quince años trabajó en el Citibank, en la Argentina y en Nueva York, con mucha experiencia en el manejo de fondos privados de inversión.
Los planes de Decathlon incluyen la apertura de una primera tienda antes de fin de año, aunque son mucho más ambiciosos.
“Creemos que en la Argentina hay lugar para entre 20 y 30 tiendas de la marca, porque se trata de una propuesta que se adapta tanto a los shopping centers como a locales a la calle”, explicaron en la marca.
La idea de Grupo One además sería traer otras marcas a la Argentina, que también son controladas por la familia Mulliez, como Kiabi (indumentaria informal) y Naterial (muebles).
La primera tienda de Decathlon se inauguró en 1976 en Lille, Francia, y en la actualidad está presente en 78 países, con más de 1700 locales.
A la Argentina había llegado en 2000, con la apertura de una primera sucursal en el centro comercial Soleil, en San Isidro, aunque la crisis de 2002 terminó por liquidar sus planes locales y a fines de ese año anunció el cierre de su filial argentina.