Lampedusa y Melilla son las puertas de entrada a Europa para cientos de miles de subsaharianos, libios y sirios que, por tierra o por mar, arriesgan sus vidas en búsqueda de una oportunidad. La frontera sur de Europa separa al continente de una multitud de desesperados migrantes que buscan un camino a una vida mejor. Muchos emprenden largas travesías, que suelen durar dos o tres años, por el desierto del Sahara hacia el norte de África. Una vez allí, algunos intentan el asalto a la valla de Melilla para ingresar a territorio europeo. Otros se aventuran al mar en precarias embarcaciones. Los registro oficiales indican que en los últimos cuatro años se han ahogado 2400 migrantes en las aguas del Mediterráneo.
Se calcula que unos 750.000 migrantes han conseguido superar la peligrosa travesía y llegar hasta la costa italiana, procedentes de Guinea, Costa de Marfil, Nigeria y el Cuerno de África. Recientemente, las guerras han desatado también las migraciones desde Siria y Libia. A quienes logran sobrevivir, les espera en Europa una vida signada por la exclusión y la estigmatización, pero aún así más segura que en sus países de origen.
Melilla, junto a Ceuta, es el último enclave del colonialismo español en África. Tierra de fronteras y mestizaje cultural, es también el punto de llegada a Europa para miles de migrantes libios y subsaharianos. Una triple valla de 11.5 kilómetros de extensión separa al territorio español del marroquí. Quienes quieren cruzarla, se enfrentan además a la presencia de las fuerzas de seguridad de ambos países, a uno y otro lado del cerco. Aún así, son muchos los que se organizan para intentarlo coordinadamente. Las policías marroquí y española reprimen con dureza a los que caen de la valla. Para los que logran pasar, el siguiente paso es la “devolución en caliente” o el encierro en el CETI, el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes.
Lampedusa y Melilla no son los únicos puntos de arribo de los migrantes. Cada vez son más las balsas de refugiados sirios que intentan llegar a las islas griegas, y en Calais, Francia, miles de inmigrantes esperan en la boca del Eurotúnel para intentar el cruce a Inglaterra.
Más de 225.000 inmigrantes llegaron a Europa por el Mediterráneo en lo que va del año, y nada hace indicar que la cifra no continúe aumentando en los próximos meses. La foto del niño ahogado en una playa turca, que hace unos días ocupó las portadas de todos los diarios del mundo, mostró a sólo una de las miles de víctimas de una tragedia a la que aún nadie consigue dar respuesta.