Con 200 metros de profundidad y una boca de casi 120 kilómetros, el Golfo San Matías es uno de los más amplios de la costa argentina. Se extiende desde Punta Bermeja al norte de Río Negro hasta el extremo de la Península Valdés en Chubut.
Sus aguas son muy profundas pero tranquilas. No esconden peligros para la navegación ni pesca.
La pesca artesanal es de bajo impacto para el ambiente. Sin embargo, los pescadores pueden encontrar un problema que no depende de ellos: la marea roja. Este fenómeno consiste en una proliferación de microalgas que producen elevadas concentraciones de toxinas en los moluscos, volviéndolos peligrosos para el consumo humano. Los científicos investigan cómo prevenir esta amenaza.
El cangrejo nadador se oculta en los fondos semiblandos para acechar a sus pequeñas presas, pero contra los marisqueros no hay escondite que alcance.
Las costas del golfo son una parada de alimentación fundamental para las aves playeras que hacen largos viajes migratorios. Los flamencos, otra especie de ave, conviven en perfecta armonía.
En las profundidades del océano, el buceo recreativo es un gran atractivo turístico al igual que la ballena franca austral.