En este sexto capítulo viajamos al sur de la provincia de Buenos Aires, a un ecosistema único, irrepetible y frágil con una gran riqueza natural, el estuario de Bahia Blanca.
En la costa sudoeste bonaerense hay un corredor angosto por el que ingresa el mar al continente. Los estuarios son áreas donde el agua salada del océano se mezcla con el agua dulce de ríos y arroyos. En estas condiciones tan particulares, sólo pueden vivir organismos adaptados a los cambios de salinidad.
Esa extensa franja que se cubre y descubre todos los días con el ascenso y descenso de las mareas es el intermareal. Este terreno húmedo y gris es el hogar del cangrejo cavador, un crustáceo que se dristibuye casi a lo largo de toda la costa atlántica sur. Su presencia es fundamental para los organismos que viven en el barro, pero también para un animal mucho más grande , un ave que depende directamente de él, la gaviota cangrejera.
Esta gaviota sólo habita en las costas marínas del sudeste de América del Sur.
Bajo el agua habitan 3 especies de tortugas marínas: las verde, cabezona y siete quillas, y mamíferos marinos, en especial el delfín franciscana.
A lo largo del siglo XX, el paisaje pampano del estuario de Bahía Blanca se fue modificando. Las colonias de gaviotas cangrejeras hoy conviven con una decenas de ciudades y pueblos, cinco puertos y hasta un inmenso polo petroquímico.