El pasado miércoles 15 el presidente Joe Biden, el primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, y su colega de Australia, Scott Morrison, anunciaron el acuerdo AUKUS (por las siglas de los tres países en inglés), por el cual Washington entregará a Canberra seis submarinos nucleares que ésta utilizará para patrullar áreas del Mar de China Meridional reclamadas por la República Popular.
Los buques están equipados con sistemas de propulsión nuclear que ofrecen un alcance ilimitado y funcionan tan silenciosamente que son difíciles de detectar. “Se trata de invertir en nuestra mayor fuente de fuerza, nuestras alianzas, y de actualizarlas para afrontar mejor las amenazas de hoy y de mañana”, dijo Biden en la Sala Este de la Casa Blanca al anunciar la nueva alianza.
Sin embargo, el acuerdo rompe otros en funcionamiento. Al cerrar con EE.UU. el contrato para comprar seis submarinos nucleares, Australia canceló el que tenía con Francia, para la construcción de doce navíos subacuáticos de propulsión diésel por un valor de 55 mil millones de euros.
“Es realmente una puñalada en la espalda. Habíamos construido una relación de confianza con Australia que ha sido traicionada”, declaró el jueves 16 Jean-Yves Le Drian, Ministro de Asuntos Exteriores de Francia. Los franceses estuvieron trabajando en este acuerdo durante años y nadie les consultó sobre este pacto. Es más, según informó el londinense The Telegraph el domingo 19, los últimos detalles del acuerdo se limaron durante la cumbre del G7 celebrada a principios de junio en Cornwalles.
Aunque el presidente francés Emmanuel Macron estaba presente, no recibió ninguna información al respecto, y en respuesta, decidió retirar al representante francés de Washington.
En París se reflexiona ya en voz alta sobre un posible segundo retiro de la estructura militar de la OTAN, similar al que ordenó en 1966 el presidente Charles De Gaulle. Recién en 2009 Nicolas Sarkozy dispuso volver al redil atlantista. Sin embargo, no parece una opción realista, dado que Alemania –el principal socio de Francia- elige a fin de mes al o la sucesora de Angela Merkel y los candidatos en pugna no parecen dispuestos a tomar distancia de Washington.
Por su parte, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Zhao Lijian, ha tachado de “extremadamente irresponsable” el pacto AUKUS y ha instado a los países miembros a “abandonar la obsoleta mentalidad de suma cero de la guerra fría y los conceptos geopolíticos de miras estrechas”.
Al negociar este pacto, Scott Morrison está arriesgando mucho. Los submarinos de propulsión nuclear vienen sin ningún coste estimado, ni calendario preciso de entrega (se sabe que sólo estarán disponibles en décadas), ni decisión sobre qué modelo se elegirá, ni definición sobre la participación australiana en su construcción. El gobierno conservador tensa el lazo con su vecina Nueva Zelanda (firmemente antinuclear), escala la tensión con China, mete al país por décadas en un compromiso costoso y no se ve cuál es el beneficio.
Al estrechar su alianza con Australia y el Reino Unido, mientras que cada vez confronta más con China, Estados Unidos retoma la estrategia de Barack Obama del “pivote de Asia-Pacífico”, para cercar a la República Popular. Tras la derrota en Afganistán el Pentágono busca concentrar fuerzas y promover las industrias militares para reactivar la economía, pero, alienando a los aliados europeos, hará que éstos se retraigan en la confrontación con Rusia y en la lucha contra el terrorismo en África. A la larga, Estados Unidos pagará muy caro el haberse plegado sin reparos a la “astuta” maniobra británica.
Reparar lazos rotos
Los presidentes de Francia, Emmanuel Macron, y Estados Unidos, Joe Biden, coincidieron este miércoles en que “las consultas abiertas habrían permitido evitar” la tensión entre sus países que generó el pacto militar tripartito Aukus, que para París implicó la pérdida de un contrato multimillonario de venta de submarinos, y como gesto de acercamiento el embajador galo volverá la semana próxima a Washington.
Los mandatarios mantuvieron este miércoles una conversación telefónica tras la disputa diplomática provocada por la nueva alianza entre Estados Unidos, Reino Unido y Australia, que busca neutralizar la creciente influencia china en esa región biogeográfica y que desató un fuerte rechazo del Eliseo.
“Los dos líderes coincidieron en que la situación se habría beneficiado de consultas abiertas entre aliados sobre asuntos de interés estratégico para Francia y nuestros socios europeos. El presidente Biden transmitió su compromiso continuo en ese sentido”, indicó un comunicado conjunto emitido tras el llamado.
“Los dos mandatarios han decidido abrir un proceso de consultas en profundidad, encaminadas a crear las condiciones para asegurar la confianza y proponer medidas concretas hacia objetivos comunes”, añadió el texto, que detalló que Macron y Biden se reunirán en Europa a finales de octubre “para llegar a acuerdos compartidos y mantener el impulso de este proceso”.
En tanto, el primer ministro australiano, Scott Morrison, admitió este jueves que el presidente francés, Emmanuel Macron, se mostró distante con él tras la crisis diplomática desatada por el acuerdo militar en el Indo-Pacífico, pero prometió que tendrá paciencia para restaurar las relaciones con Francia.
Morrison explicó, en declaraciones desde Washington, que había intentado contactar a Macron, pero que aún no habían podido hablar.
“Australia decidió no proseguir con un contrato de defensa muy importante. Y sabemos que Francia está decepcionada por esta decisión, lo que es comprensible”, declaró Morrison.
“Seremos pacientes. Entendemos su decepción”, agregó, citado por el servicio público de información alemán Deutsche Welle (DW).
Francia aún no ha anunciado ninguna fecha para la vuelta de su representante a Canberra.